sábado, 26 de noviembre de 2011

El perfume dulzón mezclándose con otro aroma,el mío; su mano que descansa en mi vientre,y las puntas de sus dedos que descienden tamborileando hacia la cumbre de mis muslos;abrir las piernas y adelantar las caderas para facilitar el avance de sus dedos;rodar y revolcarnos enredadas en una masa de brazos y piernas;una pulsación bien definida que estremece mi interior a un ritmo salvaje;la habitación que a mi alrededor se fragmenta en trocitos y se disuelve;la gozosa complicidad que sucedía al placer compartido;las huellas de sus dedos impresas en mis caderas como un sello violáceo.

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